¡Hola a todos de nuevo!
Bueno voy a describir la excursión a Portugal y las sensaciones que viví con mis compañeros portugueses.
Para empezar, la noche antes del viaje estaba nerviosa. Muy nerviosa y muy cansada de la semana de feria. Hablando con una amiga por teléfono para repasar las cosas que nos llevaríamos a Portugal, planeamos lo que haríamos en el autobús, dormir. Pero al final no fue así. Por lo menos en el viaje de ida, porque en el de vuelta.
Ese día me levante más temprano de lo habitual porque teníamos que estar en el pabellón a las 7 y 20. Llegue puntual y mis compañeros, Miguel y yo fuimos a esperar a los demás chicos y al autobús.
Cuando llegaron más, Miguel nos comento que tendríamos más de una baja. En total creo que fueron 3 compañeros los que no pudieron ir. Una pena.
Total que ya estábamos todos y el autobús así que salimos hacia Portugal. He de decir que el viaje se me hizo un poco largo pero tampoco fue nada del otro mundo y más comparado con otros viajes que he hecho. Una anécdota interesante es la de los teléfonos móviles. Cuando entramos a Portugal nos enviaron un mensaje de los costes de las llamadas y mensajes (caros, por cierto) y el nombre de la compañía que aparecía en las pantallas cambio.
Cuando llegamos al lugar, vimos un grupo de chicos y chicas junto con una profesora. Eran nuestros compañeros portugueses. Que nervios. ¿Qué pensarían de nosotros? ¿Hablaríamos pronto o no? ¿Nos entenderíamos? Total bajamos todo el grupo, algunos más tímidos y otros mas atrevidos. Nadie hablaba, solo los profesores así que Miguel saco su lista y empezó a nombrarnos por parejas o grupos. Todos estábamos muy nerviosos y cuando Miguel nos presentábamos solo acertábamos a decir “Hola” y darnos un par de besos. Lo típico.
Conforme Miguel iba nombrando a españoles y portugueses, nos teníamos que dirigir a una zona algo más alejada. Pero nos volvíamos a juntar españoles con españoles y portugueses con portugueses. Miguel nos alentaba a charlar una y otra vez con los portugueses. Pero no era fácil, o por lo menos para mi, porque me esperaba a mi compañera Débora con la que había tenido contacto por Messenger, pero hubo unos cambios y me encontré con otro compañero, Rafael.
Viendo el panorama, los profesores decidieron ir a la playa. Decidieron bien porque fue allí donde empezamos a conectar. Al principio estábamos separados y cuando estábamos jugando un partido de fútbol algunas de las chicas portuguesas abandonaron el juego. Visto esto, nos empezamos a aburrir ya que las demás portuguesas siguieron a las anteriores. Como hacia calor, algunos decidimos darnos un baño. El agua estaba helada al principio pero luego se estaba muy bien.
Cuando salimos del agua, empezamos por fin a hablar con nuestros compañeros. Empezamos jugando a las cartas por grupos (yo no jugaba, observaba) y la verdad, me sorprendió como entendíamos las explicaciones de los portugueses y como ellos entendían las nuestras, después, por supuesto, de que habláramos mas despacito.
Hacia la una, comenzábamos a tener hambre y nos dirigimos al merendero para comer. Otra vez nos sentamos españoles con españoles y portugueses con portugueses. Pero luego nos mezclamos un poquito. A mi mesa vino un chico, Joao, muy simpático y nos hartamos de reír. Compartimos la comida que llevábamos, en mi caso tortilla de patatas. Estaba todo muy rico. Para terminar contamos algunos chistes… que había que explicar porque no nos entendían.
Después de la comida, tocaban los juegos. El primero con la cuerda. Chicos españoles contra chicos portugueses. Victoria para el equipo portugués. Luego nos toco a las niñas. Ganamos las españolas. En el turno de los equipos mixtos volvimos a ganar los españoles. Después jugamos a un juego más suave, las cartas. Maria de Gracia y yo nos pusimos con Ricardo y Ana.
Jugamos a la brisca y empezaron ganando nuestros compañeros. Luego nos cambiamos de parejas. Eran muy tímidos los dos pero lo pasamos bien.
Luego volvimos otra vez a la playa pero al poco rato tuvimos que regresar porque hacia mucho viento. Allí charlamos un montón y al grupo de niñas donde yo estaba se incorporo Milene, una chica muy simpática con la que nos reímos un montón.
Bueno voy a describir la excursión a Portugal y las sensaciones que viví con mis compañeros portugueses.
Para empezar, la noche antes del viaje estaba nerviosa. Muy nerviosa y muy cansada de la semana de feria. Hablando con una amiga por teléfono para repasar las cosas que nos llevaríamos a Portugal, planeamos lo que haríamos en el autobús, dormir. Pero al final no fue así. Por lo menos en el viaje de ida, porque en el de vuelta.
Ese día me levante más temprano de lo habitual porque teníamos que estar en el pabellón a las 7 y 20. Llegue puntual y mis compañeros, Miguel y yo fuimos a esperar a los demás chicos y al autobús.
Cuando llegaron más, Miguel nos comento que tendríamos más de una baja. En total creo que fueron 3 compañeros los que no pudieron ir. Una pena.
Total que ya estábamos todos y el autobús así que salimos hacia Portugal. He de decir que el viaje se me hizo un poco largo pero tampoco fue nada del otro mundo y más comparado con otros viajes que he hecho. Una anécdota interesante es la de los teléfonos móviles. Cuando entramos a Portugal nos enviaron un mensaje de los costes de las llamadas y mensajes (caros, por cierto) y el nombre de la compañía que aparecía en las pantallas cambio.
Cuando llegamos al lugar, vimos un grupo de chicos y chicas junto con una profesora. Eran nuestros compañeros portugueses. Que nervios. ¿Qué pensarían de nosotros? ¿Hablaríamos pronto o no? ¿Nos entenderíamos? Total bajamos todo el grupo, algunos más tímidos y otros mas atrevidos. Nadie hablaba, solo los profesores así que Miguel saco su lista y empezó a nombrarnos por parejas o grupos. Todos estábamos muy nerviosos y cuando Miguel nos presentábamos solo acertábamos a decir “Hola” y darnos un par de besos. Lo típico.
Conforme Miguel iba nombrando a españoles y portugueses, nos teníamos que dirigir a una zona algo más alejada. Pero nos volvíamos a juntar españoles con españoles y portugueses con portugueses. Miguel nos alentaba a charlar una y otra vez con los portugueses. Pero no era fácil, o por lo menos para mi, porque me esperaba a mi compañera Débora con la que había tenido contacto por Messenger, pero hubo unos cambios y me encontré con otro compañero, Rafael.
Viendo el panorama, los profesores decidieron ir a la playa. Decidieron bien porque fue allí donde empezamos a conectar. Al principio estábamos separados y cuando estábamos jugando un partido de fútbol algunas de las chicas portuguesas abandonaron el juego. Visto esto, nos empezamos a aburrir ya que las demás portuguesas siguieron a las anteriores. Como hacia calor, algunos decidimos darnos un baño. El agua estaba helada al principio pero luego se estaba muy bien.
Cuando salimos del agua, empezamos por fin a hablar con nuestros compañeros. Empezamos jugando a las cartas por grupos (yo no jugaba, observaba) y la verdad, me sorprendió como entendíamos las explicaciones de los portugueses y como ellos entendían las nuestras, después, por supuesto, de que habláramos mas despacito.
Hacia la una, comenzábamos a tener hambre y nos dirigimos al merendero para comer. Otra vez nos sentamos españoles con españoles y portugueses con portugueses. Pero luego nos mezclamos un poquito. A mi mesa vino un chico, Joao, muy simpático y nos hartamos de reír. Compartimos la comida que llevábamos, en mi caso tortilla de patatas. Estaba todo muy rico. Para terminar contamos algunos chistes… que había que explicar porque no nos entendían.
Después de la comida, tocaban los juegos. El primero con la cuerda. Chicos españoles contra chicos portugueses. Victoria para el equipo portugués. Luego nos toco a las niñas. Ganamos las españolas. En el turno de los equipos mixtos volvimos a ganar los españoles. Después jugamos a un juego más suave, las cartas. Maria de Gracia y yo nos pusimos con Ricardo y Ana.
Jugamos a la brisca y empezaron ganando nuestros compañeros. Luego nos cambiamos de parejas. Eran muy tímidos los dos pero lo pasamos bien.
Luego volvimos otra vez a la playa pero al poco rato tuvimos que regresar porque hacia mucho viento. Allí charlamos un montón y al grupo de niñas donde yo estaba se incorporo Milene, una chica muy simpática con la que nos reímos un montón.
Después de esto y de algunas fotos llego la hora de despedirse. Regresamos al bus con pena ya que los últimos momentos que fueron los mejores fueron los más cortos. De vuelta para Medina, gran parte del autobús iba dormido o medio dormido. Íbamos súper cansados, pero con satisfacción porque esta experiencia ha sido única, divertida y de la que hemos aprendido nuevas cosas. La volvería a repetir con gusto si me lo propusieran y aconsejaría a los que no vinieron, que si les proponen otro viaje como este, que no lo desaprovechen porque, quizás este tipo de oportunidades no se presente muchas veces ante nosotros.
Bueno hasta aquí mi comentario, me despido.
Besos, Estefanía.
Bueno hasta aquí mi comentario, me despido.
Besos, Estefanía.
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